viernes, 26 de marzo de 2010

Metafísica. Aristóteles. 1.2-3

Así como llamamos hombre libre al que se pertenece a sí mismo y no tiene dueño, en igual forma esta ciencia es la única entre todas las ciencias que puede llevar el nombre de libre. Sólo ella efectivamente depende de sí misma. Y así con razón debe mirarse como cosa sobrehumana la posesión de esta ciencia. Porque la naturaleza del hombre es esclava en tantos respectos, que sólo Dios, hablando como Simónides, debería disfrutar de este precioso privilegio. Sin embargo, es indigno del hombre no ir en busca de una ciencia a que puede aspirar. Si los poetas tienen razón diciendo que la divinidad es capaz de envidia, con ocasión de la filosofía podría aparecer principalmente esta envidia, y todos los que se elevan por el pensamiento deberían ser desgraciados. Pero no es posible que la divinidad sea envidiosa, y los poetas, como dice el proverbio, mienten muchas veces.

Por último; no hay ciencia más digna de estimación que ésta; porque debe estimarse más la más divina, y ésta lo es en un doble concepto. En efecto, una ciencia que es principalmente patrimonio de Dios, y que trata de las cosas divinas, es divina entre todas las ciencias. Pues bien, sólo la filosofía tiene este doble carácter. Dios pasa por ser la causa y el principio de todas las cosas, y Dios sólo, o principalmente al menos, puede poseer una ciencia semejante. Todas las demás ciencias tienen, es cierto, más relación con nuestras necesidades que la filosofía, pero ninguna la supera.

LIBRO I. Capítulo 2


La filosofía, según ha quedado caracterizada por Aristóteles, es la ciencia que demuestra los principios de todas las demás ciencias y artes y, por tanto, no depende de ninguna otra. Hay que tener en cuenta que está hablando del proceso de demostración y no del de descubrimiento o verificación de los principios y que es en este sentido en el que todas las ciencias y artes, junto con la experiencia, pueden ser explicados por la filosofía o ciencia de los primeros principios y dependen de ella.

Por otra parte, la ciencia de los primeros principios es vista como la que constituye el principio de todo, ya que parece entenderse que los primeros principios y causas son análogos a una inteligencia que ordena y dispone lo que sucede. Además, esta idea refleja el ambiente social, pues el que conoce la ciencia y las razones ordena y dirige la sociedad y a los que trabajan, o bien se considera que los dirigentes deben aspirar al conocimiento de los primeros principios como ciencia del hombre libre que ordena a todos los demás, no meramente a mandar de manera ignorante.



Libro I

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