viernes, 19 de marzo de 2010

Metafísica. Aristóteles. 1.1-2

Los animales reciben de la naturaleza la facultad de conocer por los sentidos. Pero este conocimiento en unos no produce la memoria; al paso que en otros la produce. Y así los primeros son simplemente inteligentes; y los otros son más capaces de aprender que los que no tienen la facultad de acordarse. La inteligencia, sin la capacidad de aprender, es patrimonio de los que no tienen la facultad de percibir los sonidos, por ejemplo, la abeja y los demás animales que puedan hallarse en el mismo caso. La capacidad de aprender se encuentra en todos aquellos que reúnen a la memoria el sentido del oído.

LIBRO I. Capítulo 1


Aristóteles era hijo de un médico y es verosímil que su interés por la biología y sus conocimientos e investigaciones en ese tema estuvieran relacionados con la profesión de su padre. Debió de ver disecciones de seres humanos y de animales y debió de comprender la importancia de la observación para el conocimiento. Posteriormente estudió en la Academia de Platón, de ahí que la filosofía aristotélica sea una de dos cosas: o un empirismo pasado por los conceptos de la filosofía platónica (que era un intento de respuesta a los interrogantes acerca de la naturaleza surgidos desde los presocráticos a los sofistas) o una interpretación empirista de los conceptos filosóficos de su maestro. Las versiones neoplatónica y medieval del pensamiento aristotélico pueden ser reinterpretaciones para el uso teológico de algo que se ciñe mucho más al mundo observable y que trata de explicarlo mediante un análisis que muestre sus componentes fundamentales.

Parece que la relación entre el sentido del oído y la memoria o la falta de oído de la abeja es algo que debió de formar parte de la cultura común de la época pues Aristóteles no pudo probarlo y lo da por sabido. Sin embargo, el aspecto empirista consiste en la afirmación de que la sensación y la memoria son lo que genera conocimiento que pueda servir para ser prudente. Ahora bien, el párrafo tal como aparece traducido es todo menos claro. Al principio afirma que los animales tienen sensación pero que en unos engendra memoria y en otros no, y que los que tienen memoria son aptos para aprender y son más prudentes. Pero al final afirma que los más prudentes y que pueden aprender son los que además de memoria tienen sentido del oído.

El oído es un sentido que necesitaría de la memoria para generar aprendizaje, según la primera afirmación; pero al final se dice que es la memoria la que precisa del oído para generar aprendizaje. Se entiende, además, que para aprender no es suficiente la memoria sino que es necesario el sentido del oído, y que los que carecen del oído pueden tener memoria y ser incapaces de aprender.

Una interpretación especulativa sería la de que se cree que oímos algo que se percibe sobre tiempos distintos mientras que se puede ver en un solo momento. El oído requeriría una memoria capaz de unir percepciones distintas mientras que la vista sería posible sin memoria. Así, para aprender sería necesaria la facultad que permite oír: la memoria de lo que cambia en el tiempo.





Libro I

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Plantilla para enlaces.

<A HREF="dirección">texto</A>