sábado, 27 de marzo de 2010

Metafísica. Aristóteles. 1.2-4

El fin que nos proponemos en nuestra empresa, debe ser una admiración contraria, si puedo decirlo así, a la que provocan las primeras indagaciones en toda ciencia. En efecto, las ciencias, como ya hemos observado, tienen siempre su origen en la admiración o asombro que inspira el estado de las cosas; como, por ejemplo, por lo que hace a las maravillas que de suyo se presentan a nuestros ojos, el asombro que inspiran las revoluciones del Sol o lo inconmensurable de la relación del diámetro con la circunferencia a los que no han examinado aún la causa. Es cosa que sorprende a todos que una cantidad no pueda ser medida ni aun por una medida pequeñísima. Pues bien, nosotros necesitamos participar de una admiración contraria: lo mejor está al fin, como dice el proverbio. A este mejor, en los objetos de que se trata, se llega por el conocimiento, porque nada causaría más asombro a un geómetra que el ver que la relación del diámetro con la circunferencia se hacía conmensurable.

Ya hemos dicho cuál es la naturaleza de la ciencia que investigamos, el fin de nuestro estudio y de todo este tratado.

LIBRO I. Capítulo 2


La admiración que provocan los hechos excepcionales es la que lleva a las primeras investigaciones. Un hecho excepcional o una serie de hechos de este tipo producen asombro en quien ve que exceden su capacidad de explicación, pero la admiración puede quedar satisfecha sólo con que se tome nota de lo que sucede y sin que se llegue a saber su causa. Por el contrario, la admiración que lleva a la filosofía, a la ciencia de los primeros principios, es la que producen las leyes naturales, las causas que explican los hechos que encontramos entre las cosas individuales. Cuando se conoce que hay algunos principios que explican lo demás y no se toman como todo lo que se puede saber sino que su existencia produce asombro, la inteligencia trata de buscar principios generales que los expliquen sin conformarse con el mero recuento de sucesos. Por eso, la filosofía aspira al conocimiento de los principios de todo y no sólo a la acumulación de registros de los hechos.

La traducción de García Yebra, siguiendo la de Ross, dice:

Mas es preciso, en cierto modo, que su adquisición se convierta para nosotros en lo contrario de las indagaciones iniciales. Pues todos comienzan, según hemos dicho, admirándose de que las cosas sean así, como les sucede con los autómatas de los ilusionistas [a los que aún no han visto la causa], o con los solsticios o con la inconmensurabilidad de la diagonal (pues a todos les parece admirable que algo no sea medido por la unidad mínima). Pero es preciso terminar en lo contrario y mejor, según el proverbio, como sucede en los casos mencionados, después que se ha aprendido: pues de nada se admiraría tanto un geómetra como de que la diagonal llegara a ser conmensurable.


Yet the acquisition of it must in a sense end in something which is the opposite of our original inquiries. For all men begin, as we said, by wondering that things are as they are, as they do about self-moving marionettes, or about the solstices or the incommensurability of the diagonal of a square with the side; for it seems wonderful to all who have not yet seen the reason, that there is a thing which cannot be measured even by the smallest unit. But we must end in the contrary and, according to the proverb, the better state, as is the case in these instances too when men learn the cause; for there is nothing which would surprise a geometer so much as if the diagonal turned out to be commensurable.


es más fiel y se refiere a la inconmensurabilidad de la diagonal del cuadrado con respecto al lado (ἢ τὴν τῆς διαμέτρου ἀσυμμετρίαν), es decir, la irracionalidad de √2 y no a la de π, no demostrada por los griegos.



Libro I

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