lunes, 29 de marzo de 2010

Metafísica. Aristóteles. 1.3-2

La mayor parte de los primeros que filosofaron, no consideraron los principios de todas las cosas, sino bajo el punto de vista de la materia. Aquello de donde salen todos los seres, de donde proviene todo lo que se produce, y adonde va a parar toda destrucción, persistiendo la sustancia la misma bajo sus diversas modificaciones, he aquí, según ellos, el elemento, he aquí el principio de los seres. Y así creen, que nada nace ni perece verdaderamente, puesto que esta naturaleza primera subsiste siempre; a la manera que no decimos que Sócrates nace realmente, cuando se hace hermoso o músico, ni que perece, cuando pierde estos modos de ser, puesto que el sujeto de las modificaciones, Sócrates mismo, persiste en su existencia, sin que podamos servirnos de estas expresiones respecto a ninguno de los demás seres. Porque es indispensable que haya una naturaleza primera, sea única, sea múltiple, la cual, subsistiendo siempre, produzca todas las demás cosas. Por lo que hace al número y al carácter propio de los elementos, estos filósofos no están de acuerdo.

LIBRO I. Capítulo 3


Todo conocimiento del mundo lo conceptuamos y expresamos de forma intuitiva como atributos y predicados de un sujeto, algo que califica o que transforma una cosa. Es una forma de estructurar la idea de la permanencia y el cambio, denotando la permanencia como el sujeto y sus cualidades, y el cambio como predicados que relacionan cualidades diferentes del mismo sujeto. Así es razonable que los primeros filósofos en sus intentos se preguntaran por los cambios y la permanencia, por las formas en que aparece, se transforma o desaparece un sujeto. La experiencia y las distintas artes -conservando el lenguaje de Aristóteles- se preguntarían por los cambios de la cama o de la estatua, de la madera o el bronce, del árbol o del mineral, pero los que estudiaban la naturaleza buscaban unos principios generales y, del mismo modo que conocían que la cama o la silla se hacen de madera, se preguntaron sobre de qué se hacía la madera y todos los objetos que conocemos y nombramos, y de qué cambios afectaban a esa realidad.

Las respuestas fueron variadas: agua, aire, pero con esa característica común que apunta Aristóteles: "Y así creen, que nada nace ni perece verdaderamente, puesto que esta naturaleza primera subsiste siempre". Tiene el aspecto de una interpretación moderna, más si tenemos en cuenta las que le siguieron. Pero no pareció suficiente a sus críticos, como Aristóteles explica.



Libro I

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Plantilla para enlaces.

<A HREF="dirección">texto</A>